En una tarea
exigente, debido a la cantidad de animales vacunos que llegan a la 126°
Exposición de Ganadería, Agricultura e Industria Internacional, el
Jurado de Admisión revisa uno a uno los ejemplares.
El
procedimiento es sencillo pero con una dinámica interesante. Cada
cabañero acompaña sus ejemplares a los que se les controla el estado de
la dentadura, se verifica la edad del animal, se revisa los aplomos y,
según las razas, se analiza que el pelaje sea el permitido.
Hay un trato
especial para las vacas que ingresaron preñadas y deben estar
acompañadas por la garantía que ha emitido el médico veterinario del
establecimiento de procedencia.
En el mismo
Salón de Ventas de la Exposición Rural de Palermo, donde se desarrolla
la Jura de Admisión, se les practica una ecografía para controlar
exhaustivamente la calidad carnicera de cada animal.
Los
ejemplares machos son sometidos a una revisión de testículos y en caso
de eventuales dudas pueden revisarse las vesículas seminales.
Más allá de
los parámetros sanitarios, que en todos los casos no pasa de una rutina,
se pesan y se mide la altura, se controlan los tatuajes que cada animal
tiene en la oreja para que coincida con el que está registrado, porque
es lo que los identifica.
La calidad de
los animales exhibidos y concursantes en Palermo es superlativa, razón
por la cual -salvo que haya habido algún problema en el traslado- es muy
difícil que haya casos para no admitir, sobre todo en las razas más
tradicionales como Angus o Hereford.
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